Hace mucho tiempo, no sé cuántos años, quería algún día tener panales móviles en la reserva natural. Era de esos sueños que tenemos sin saber porqué, como un misterio que hace parte de nosotros.
Una vez, estando con mi familia en el parque de Santa Elena, en una de las ferias artesanales que se hacen allí los fines de semana, conocí a Mateo, que vendía miel. Quise conversar con él para saber algo de las abejas. Le pedí su contacto.
Cada vez que de pronto me encontraba con él en el parque, conversábamos un poco sobre las abejas. En una ocasión me contó que iba a hacer una revisión de los panales que tenía. Le pedí que me dejara acompañarlo, para ver. Creo que fue en enero del 2020, el año que se vino la pandemia. Fui con Sarita, mi hija. Ya allí, con el traje apropiado, acompañé a Mateo a revisar uno o dos cajones. Fue la vez que más cerca estuve de las abejas. Lo disfruté mucho. Mateo me advirtió del peligro de ser picado, sobre todo si se es alérgico al veneno. Yo, la verdad, quería saber si era “inmune” a su veneno, quería serlo, porque no quería tener temor por estar cerca de ellas.
En ese mismo año, tal vez, en una de las sesiones de cine que hacíamos los domingos con la “curaduría” de Manuel, mi hijo, vimos una película llamada “Sin rastro (Leave no trace)” (2018). En el momento 1:24 (h:mm) de la película, Tom, la niña de 13 años, se encuentra con una mujer que le pregunta si sabe lo que son unas cajas que está organizando: “¿Has visto dentro de una colmena?, ¿quieres que te muestre?”.
Entonces le pone el traje para protegerla, y le dice que cuando abra la colmena las abejas van a salir, pero que no le van a hacer daño, que cuando una abeja pica se muere, por lo que no quieren picarla, solo posarse sobre ella y conocerla. Y agrega: “es muy agradable que confíe en ti una caja llena de criaturas que tienen la capacidad de salir y matarte si quisieran. Es para mí importante haber ganado su confianza. Trabajé mucho para ganármela”.
Y entonces, con sus manos descubiertas, toma algunas abejas y las coloca sobre la mano enguantada de Tom. Esa escena se quedó fijada en mi memoria, como quien quiere que alguna vez algo similar pudiera ocurrirle. Más adelante, en el momento 1:31 (h:mm) de la película, Tom hace lo mismo para mostrarle a su padre que las abejas pueden ser inofensivas cuando tienen la confianza de sentirse seguras.
También, por aquella época, le hablé en una de mis consultas, sobre mi interés por las abejas, a mi médico acupuntor, antropósofo y maestro, el doctor Jorge Alberto. Él me presentó el libro “La abeja. Conducta y cuidados” de Matthias Thun. En su libro, Matthias nos propone ser “cuidador de las abejas”. Debo confesar que su lectura no ha sido fácil para mí, dado que el mundo de las abejas es algo complejo, así que he tenido que recurrir a varios videos en las redes, como el de Gerardo Pérez de la BBVA, que puedo recomendar como abrebocas.
Bueno, ¿y cuál es la fascinación entonces? Siendo honesto, no sé si lo que me encanta, es el creerme, de alguna manera, salvador de las abejas, anfitrión de una colmena. Quizás debiera bastar que, teniendo la reserva natural a mi cuidado, lo que pudiera hacer fuera cuidar el hábitat para que todas las abejas, y demás insectos que habitan en la reserva, tengan sus propios nichos naturales protegidos. Creo que ya lo hacemos. Me parece que la fascinación está en hacernos partes del panal, porque somos responsables del mismo.
Quizás, en muchos casos, la apicultura se concibe como un oficio productivo. Pero, para que sea productivo, primero tiene que ser sostenible. No podríamos seguir obteniendo los productos de las abejas si primero no garantizamos su supervivencia.
Hace una semana recibí en la reserva el primer cajón de abejas de Mateo. ¡Y estoy feliz! Ya me siento anfitrión de abejas. Quizás, en algún momento, tendremos miel y otros productos, pero lo que más me interesa es tener una casa, o muchas casas, donde las abejas se sientan como en la suya propia, y con ello beneficiar también a las flores y árboles de la reserva, en su fecundación y propagación. La satisfacción es sin duda por el cuidado de los otros.
Y ¿Tú? ¿Has pensado en tener paneles móviles para abejas? 🍃